domingo, 20 de septiembre de 2009

DERECHO A...

Tengo derecho a ser el hombre que soy. A no ser el hombre que históricamente estoy obligado a ser. Y entre ambas orillas: el deber y el deseo, se debate mi cuerpo. Cuerpo entendido o malinterpretado a través del lenguaje, que no es sino símbolo atado, como todo, a leyes. De modo que masculinidad, cuerpo y lenguaje son convenciones sociales, la resulta de un pacto o una imposición cultural.
Tengo el derecho a disentir de la masculinidad hegemónica: varón blanco, con poder, heterosexual. A responder con mis armas a su mandato: mestizo, en resistencia, queer. A la evolución hay que darle una ayudadita. Si las mujeres están cambiando en muchos sentidos, los hombres también tenemos el deber y el derecho a modificar los patrones conductuales que han hecho del varón mismo, su principal víctima.
Tengo derecho a confesarme vulnerable, a llorar, a disentir del papel de macho, a decir no, a elegir si quiero o no un hijo, a que me duela la cabeza, a enamorarme de quien quiera, a no definir públicamente mi deseo. Tengo derecho, en definitiva, a ser el hombre que quiero ser. Aunque me jodan.

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