miércoles, 20 de junio de 2007

GRACIAS A DIOS...



A nueve días de que se lleve a cabo la XXIX Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero y Travesti de la ciudad de México, aparece en el mercado editorial el libro Homofobia. Odio, crimen y justicia 1995-2005 del periodista Fernando del Collado, en el cual asegura que los crímenes por homofobia causaron más de 400 víctimas mortales en la última década en México. Si la cifra es sorprendente, más lo es saber que existe nulo interés por parte de las autoridades correspondientes para resolver estos casos, dado que persiste un gran prejuicio e inmediatamente se los relaciona con actos pasionales o se condena a la propia víctima. Es decir, los homosexuales asesinados (el 54 por ciento de las víctimas murieron acuchilladas, degolladas o estranguladas, y el resto padeció diversos tormentos antes de morir), "se lo merecían".

Y en este modo de pensar influye la educación que hemos recibido o carecido desde casa; actitudes, expresiones y conductas aprendidas en la escuela y “avaladas” por la sociedad. La religión no se queda al margen, de hecho, es una gran promotora de la homofobia, pues siendo la misericordia y el amor el prójimo la divisa de la salvación del alma, son los dirigentes de estas asociaciones cristianas las que más atizan el fuego a la hora de condenar la homosexualidad.

En días pasados estuvo en esta ciudad de Xalapa, de visita oficial –para legitimar su poderío mediático- la reina del Anáhuac, mejor conocida como Norberta Rivera –homofóbica y culera pour excellence-. Y seguramente habrá aprovechado la ocasión para volver a tirar uno de esos discursos vacuos, retrógrados, fariseos que se le dan muy bien, inverosímiles. Pues en mitad del tornado de acusaciones que tiene por proteger a curas pedófilos conserva la osadía –descaro, cinismo- de declararse inocente y lanzar merd urbi et orbi como si fuera la más santa de todas las de su calaña. El poder de las religiones en este país se habla de tú a tú con el resto de los tres poderes de la Federación.

Cabe preguntarse si en este país existe una extrema derecha religiosa que contribuye, en gran medida, a favorecer la homofobia y en consecuencia la persecución contra los homosexuales. V. Darleen Opfer asegura que “la derecha religiosa puede considerarse paranoide o extremista cuando sus partidarios están dispuestos a actuar contra la homosexualidad”. Levante la mano quien no ha escuchado la voz incitadora de los curas llamándonos a combatir como ‘soldados de Cristo’ esta aberración “contra natura”.

Las religiones en este país, promueven un discurso excluyente, homófobo, represivo desde el cual excomulgan o admiten a su seno a contentillo a quienes han tenido la desdicha de pertenecer a una religión. El argumento que ‘justifica’ tal proceder es la obtención del Reino de Dios como apunta Darleen “el fundamentalismo cristiano que no denuncie activamente la homosexualidad se arriesga no sólo a la muerte sino a condenarse para la eternidad”. En un país como el nuestro, que no es practicante pero si mitotero, esta consigna le viene como dildo al ano. La diferencia, la tolerancia, el respeto al otro son solo palabras de un discurso que a fuerza de repetirse se ha creído que es verdad. Y la realidad no es así. Los crímenes contra homosexuales son ignorados deliberadamente o señalados como justo castigo por ser así.

Según Arturo Díaz Betancourt, de la Comisión Ciudadana sobre Crímenes de Odio y Homofobia, al año en México se cometen más de 90 asesinatos de homosexuales. Según datos de la comisión, los asesinatos contra homosexuales son dados a conocer por la prensa y "están legitimados por la sociedad". De ahí que se estime que por cada crimen denunciado existan tres más. Y en el Estado que late con fuerza la maquinaria homófoba también recoge sus frutos. Con un total de 39 homosexuales asesinados, el estado de Veracruz se ubica en la tercera posición a nivel nacional en cuanto a homicidios por homofobia, reveló la representante de Red Democracia y Sexualidad, A.C, Silvia López Hernández.

El panorama no es para enorgullecernos de haber avanzado en la democracia y demás logros que los gobiernos de todos los colores se arrogan; aun así no es desesperanzador, pues que se insista en denunciar estos casos –como la de las llamadas poéticamente “Muertas de Juárez”- permite confiar en que alguna vez las noticias serán otras: q
ue el reino de los cielos es un mito que viene en los genes, que el mejor mundo para vivir es éste que habitamos, que por encima de credos, preferencias sexuales e ideologías está una ética que nos insta a ser intrínsecamente buenos, con ello estaríamos libres de algunos cuantos males.
En tanto hay que cuidarse de lo que uno expresa, de la coloración de nuestros deseos, del exceso de confianza en esta democracia que no termina de consolidarse y sigue en manos de grupos de poder como las iglesias, dejando a sus ciudadanos en manos de malos pastores, que desde su pútrido poder sigue alabando el nombre de un divinidad que de existir, deber ser muy diferente a la que nos han vendido. Yo por eso, cuando puedo, doy gracias a Dios…por ser raro.


V. Darleen Opfer: “Política paranoide, extremismo y derecha religiosa” en Pensando queer. Sexualidad, cultura y educación de Susan Talburt et al, GRAO, Barcelona, 2005.

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