viernes, 27 de junio de 2008

POR EL ORGULLO DE SER... DIFERENTE


Este sábado 28 de junio se celebrará en muchas ciudades del mundo (occidental) la Marcha del Orgullo Gay. La gran fiesta (con todo y sus bemoles) de la diversidad sexual. El momento en que es posible oficializar y hacer visibles las distintas sexualidades que conforman el mosaico de la diversidad.
Es esta la ocasión de responder -de algún modo- al discurso institucional, hegemónico, heterosexista, homófobo, lesbófobo, transfobo dominante, que las diferencias existen y que tienen voz y exigen ser escuchadas. No será con drama sino con carnaval. Con fiesta; algo que no soportan los ortodoxos. La única línea ideológica es manifestarse. De todos los males, el peor. Y no es conformismo sino puntualizar, que para quienes siempre hemos estado en la sombra de la institucionalidad, este día luminoso obtener un reflejo es un paso más hacia la disminución de la desigualdad en la que hemos vivido.
Mañana se cumplen 30 años de mostrarse en este paisito catolizoide, ergo, intolerante. Resistamos al mismo tiempo que combatamos con inteligencia: We're here. We're queer. Get used to it.
Un enorme abrazo a todas y a todos los integrantes de este paisaje multicolor que da al mundo su pluralidad, riqueza y su frescura. Ya llegará la hora en que de verdad la realidad sea diferente, llegará, tal vez, el día que no habrá necesidad de manifestarse ... cuando no sea necesario ya nombrarnos bugas o raros. Feliz Día del Orgullo LGBT.
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Me han preguntado: ¿Crees que en nuestro país existe la tolerancia a la diversidad sexual?
No existe la tolerancia (quizá la "soportancia") salvo en el discurso oficialista y mal simulada, por cierto. Lo que tenemos y vivimos día a día es una homofobia, lesbofobia y transfobia que no se esfuerza en ocultarse (menos aún en erradicarse) y sí en hacerse evidente. Una intolerancia que nace en la familia, se refuerza en la escuela, en los medios de comunicación y de la que se hace alarde desde los púlpitos que tendrían que exhortar a la conciliación y no a la guerra como finalmente hacen. La discriminación está ahí, presente, ora visible, ora, soterrada, pero permanece en las palabras, en los gestos, en lo que NO se dice, etcétera. Este país, en definitiva, es institucionalmente intolerante.

1 comentario:

David dijo...

Como parte de esta diversidad diré gracias!

Saludos :p